En un mundo cada vez más consciente de los problemas sociales y ambientales, los inversores están buscando formas de alinear sus valores personales con sus decisiones de inversión. Esto ha dado lugar a la creciente popularidad de las inversiones sostenibles y éticas.

Las inversiones sostenibles se centran en empresas y proyectos que operan de manera responsable desde el punto de vista ambiental, social y de gobernanza (ESG). Los inversores que desean participar en este enfoque pueden optar por fondos de inversión socialmente responsables (SRI) o bonos verdes. Estos vehículos de inversión se centran en empresas que promueven prácticas sostenibles, como la energía limpia, la igualdad de género y la transparencia corporativa.

La inversión ética va un paso más allá, permitiendo a los inversores excluir categorías de empresas o industrias que no se alinean con sus valores. Por ejemplo, alguien podría optar por no invertir en empresas relacionadas con la industria del tabaco o la fabricación de armas.

La inversión sostenible y ética no solo permite a los inversores alinear sus carteras con sus creencias, sino que también puede generar rendimientos competitivos. Cada vez más estudios demuestran que las empresas con buenas prácticas ESG tienden a ser más resilientes y pueden superar a largo plazo a las que no las tienen.